La joven, Lindsay Blankmeyer, ha presentado su reclamación en los tribunales al considerar que la universidad no actuó debidamente a su petición de asignarle una habitación individual y acabó sufriendo depresión suicida. Blankmeyer asegura que tuvo que dejar los estudios y recibir tratamiento psiquiátrico.
La universidad ha asegurado que cuando la estudiante pidió un cambio de habitación no informó de que el problema tuviera que ver con las prácticas sexuales de su compañera y mantiene que se le ofrecieron diversas alternativas de reubicación que ella rechazó.
La otra estudiante, Laura Silda, habría mantenido relaciones sexuales con su novio en la misma habitación y a escasos metros de ella y también habría tenido con él "interacciones" por internet estando ella presente.
La Vanguardia 07/03/2012
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