Berlusconi se lleva a casa una espada y un jarrón chino

Las mudanzas son siempre mudanzas, también para los personajes más poderosos. Ocasiones para el sentimentalismo, para hacer limpieza y elegir qué recuerdos se quiere rescatar. Silvio Berlusconi no ha sido una excepción.
Il Cavaliere utilizó sólo en contadas ocasiones el apartamento de 300 metros cuadrados de que disponía como primer ministro en el palacio Chigi, sede de la jefatura del Gobierno italiano, justo al lado de la Cámara de Diputados. Él prefirió vivir –y, a menudo, también trabajar– en su domicilio particular en la capital, el palacio Grazioli, cuya planta más noble tiene alquilada. Ha reconocido que no le unía un vínculo afectivo especial con el palacio Chigi.

En la hora del adiós, sin embargo, Berlusconi sí ha querido llevarse consigo dos regalos de los centenares que ha recibido en el ejercicio del cargo. Según el diario La Repubblica, el ex jefe de gobierno se encaprichó de dos objetos, una espada que le regaló el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, cuando visitó Astaná, y un jarrón Ming con que le obsequió hace pocos meses una delegación china de visita en Roma.

El presente de los chinos tuvo su anécdota, muy típica de Berlusconi. El entonces primer ministro, en broma, hizo el gesto de que se le caía el jarrón, ante la mirada de susto de los invitados. Luego comentó, en todo jocoso, los dibujos sobre la porcelana: "Son bonitas estas florecillas, pero la próxima vez traedme uno con representaciones del Kamasutra". Los huéspedes quedaron perplejos, sobre todo porque el célebre manual amatorio no es de origen chino sino indio.

Cuando il Cavaliere inició su último periodo de gobierno, en mayo del 2008, sustituyó a Romano Prodi. A Berlusconi no le gustó la decoración de su predecesor y decidió cambiarla por completo. "Además, estas habitaciones huelen", se dice que comentó. Decidido a introducir lo que se ha denominado un "estilo tardoimperial", llegaron, prestados, varios cuadros de museos, entre ellos una copia de Baco y Ariadna de Tiziano, que ahora serán devueltos. A Berlusconi le gustaba mucho un busto del emperador Nerón, del siglo XV, que colocó en un lugar de honor en uno de los salones.

Il Cavaliere no mostró ayer signos de abatimiento cuando recibió a Mario Monti para hacer el relevo. Al contrario, exhibió la mejor de sus sonrisas. Había algo de paternal en sus ademanes. Monti, seguramente exhausto después de las intensas jornadas que ha vivido, tenía un semblante serio y preocupado.
Berlusconi, que intervendrá en el Parlamento cuando se otorgue la confianza al nuevo Gobierno, tenía ayer una buena razón para estar feliz. De Milán llegó la noticia de que no irá a juicio por el caso Mediatrade (corrupción), porque no se le considera implicado. Es posible que los fiscales hayan perdido un poco de apetito de perseguirlo ahora que ya no está en el poder.

La Vanguardia 17/11/2011

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